-Hace 8 años Doña Vacía sintió que no podía más. Como tantas otras Doñas Vacías en su situación, comenzó a consumir “anestesias” en forma de compras, relaciones, comida, ocio, juego, alcohol, etc. ¿Cómo puede ser?, ¿si tengo todo lo que me han contado que debía tener? Una familia, un trabajo, salud… ¿qué está pasando?, ¿no sé valorar lo que tengo?, ¿qué he hecho mal? Y entonces aparecía la culpa, el fracaso, la incomprensión, la frustración. Comenzó un proceso terapéutico que se prolongó a lo largo de dos años y empezaron a salir palabras, bailes, música, poesía, juegos, recuerdos, talleres, amistades, Doña Vacía comenzó a conectar con la magia del día a día. En ese proceso aprendió que es importante identificar cómo te sientes, compartirlo, hacerlo visible, transitarlo, cuidarse, cuestionar, romper tabúes, la importancia de los vínculos, de crear redes de apoyo, a tratarse con ternura y sobre todo a aceptar que no había hecho nada mal, aprendió que no estaba sola, aunque así lo había sentido durante mucho tiempo y regresó al calor de su hogar.
¿Algo se ha removido en ti?